martes, 9 de marzo de 2010

El Güerco


En Asturias se cuentan las hazañas de un perro negro terrible, de tamaño enorme, con cuernos y orejas largas….
Habita en un recinto tenebroso que se llama el Borrón, otros dicen que vive debajo de la torre de Hércules en La Coruña, en el fin de la tierra. Sale por las noches y recorre las calles, plueblos , campos aullando siniestramente seguido de los perros del lugar, y sirviendo de augurio de desgracia para cuantos halla en su camino.

Se despertó un labrador por la noche, advierte una gran claridad por la ventana y asombrado se levanta
-¡Caramba, si ya es de día…! ¿Cómo me habré dormido de esta manera hasta tan tarde?
Se fue a llamar al vecino, y se van a la tierra, se ponen a segar sin descanso. Al poco tiempo ven un perro que se acerca por el camino hacia el prado, un perro grande, negro, silencioso, que los mira con dulzura y siguen su labor con interés. Van formando montones con la hierba, sin ocuparse del perro, limpiándose el sudor que les cae por la cara, como cuando trabajan bajo el sol del mediodía…. Y de pronto, sale el sol…… los labradores se detienen , se contemplan asustados y sorprendidos dándose cuenta que la claridad que veían era la de la luna…..
Dando media vuelta uno de ellos mira a su alrededor
-¿La hierba que segamos donde está?
“no se sabe dónde está, puesto que el campo permanece intacto, y no hay en él una brizna separada por la guadaña..
¿y el perro, donde está el perro “El perro ya no está allí, ha desaparecido ante sus ojos, como si se hubiera convertido en el aire… Y ya saben entonces los labradores, buenos hombres, lo que les compete hacer; prepararse a morir, el perro es el güerco que llegó hasta ellos como aviso de la tumba que les espera.

martes, 2 de marzo de 2010

Pepe Rosca (Cuento Asturiano)



Pepe Rosca fue al pueblo a llevarle una cesta de peras a don Candido. Llegó en el preciso momento en que estos comenzaba a comer; entregó su regalo a la criada y pasó al comedor a saludar a los señores. Don Candido le invitó cariñosamente:
-¿quieres comer con nosotros?
-¡No señor, ya comí!
Acabaron la sopa y la criada colocó sobre la mesa la fuente de cocido. ¡Y qué par de chorizos llevaba, y de jamón y carne!
-Vamos Pepin –insistió don Candido-; por vergüenza que no sea, no dejes de comer
¡No, no señor! Si por vergüenza non ye
-¡Pues entonces, hombre!
-¡Bueno, pos qué caray…! Comer non comeré porque ya comí, pero puedo picar algo.
Alguna cosa! De todo: de todo picó el rapaz, del cocido, del chorizo de la carne, y luego de la tortilla, y luego de la natilla… ¡Y que entusiasmo y con que rapidez! Los hijos y la mujer de don Candido tuvieron que quedarse a media ración y para la criada no sobró migaja….
Cuando se levantaron de la mesa, don Candido se apartó a un lado con Pepin y le dijo ásperamente:
-Para otra vez amigo Pepin, cuando quieras comer, esta es tu casa, pero cuando quieras picar, ¡vas a picar a casa de tu madre|